jueves, 19 de diciembre de 2013

¡REFLEXIONANDO CON...PLATÓN!

Platón, filósofo griego dividió la realidad en dos mundos, es decir,  llamó "mundo" al cómo creía él que se podía dividir la realidad. Se dividía en el mundo sensible, que conocemos a través de nuestros sentidos y el mundo de las ideas, que conocemos a través de la razón. Este último mundo es para él el único verdadero, por el que somos capaces de conocer la verdad, ya que los sentidos nos engañan. Además, Platón admite la existencia de un ser intermedio entre el mundo de las ideas y el sensible cuya función es coger la materia, es decir, lo negativo y copiarla en el mundo sensible a imitación del de las ideas con el objetivo de construir el universo. A esta especie de ser ordenador la llama Demiurgo.
Pongamos un ejemplo acerca de este pensamiento un poco subjetivo quizás:
Imaginemos que lo que cualquier persona quiere en el mundo ya sea cristiana o no es ir al cielo una vez muerto. Y, por el contrario, lo que nadie quiere es ir al infierno.Por un lado, podemos observar claramente que el cielo, en este caso sería el mundo de las ideas, ya que en él podremos vivir bien, podremos conocer la felicidad y vivir sin preocupación alguna. En este mundo no existiría el mal, todos se amarían como hermanos, reinaría la paz...,es decir, sería como esa playa soleada con agua cristalina y arena fina en el que más de un alumno querríamos estar en época de exámenes globales, en resumen un paraíso maravilloso al que llegaremos una vez terminada la selectividad. Por otro lado, en el infierno la felicidad no existiría y viviremos incómodos rodeados de malas vibraciones, es decir, el mundo sensible sería un lugar en el que nadie desearía estar; retomando el ejemplo anterior, sería el momento en el los alumnos tenemos esos maravillosos exámenes. 
Por último, siguiendo con el ejemplo, en un examen un alumno que copia al más inteligente de la clase estaría imitando la verdadera realidad, es decir, las respuestas correctas de su compañero para conseguir a su costa un aprobado. El alumno que copia sería finalmente el Demiurgo.

Elena H.
                

sábado, 14 de diciembre de 2013

¡REFLEXIONANDO SOBRE...ARISTÓTELES!

La ética y la política aristotélica se relacionan ya que el fin que constantemente persigue el hombre es la felicidad

Establece diferentes niveles de organización social: la primera es la casa, la segunda es la aldea; que es la agrupación de muchas casas y, por último, la ciudad o Estado que es la incorporación de varias aldeas.



Aristóteles defiende que el Estado es la única comunidad que se basta a sí misma, es decir, es autosuficiente y perfecta, en cambio la casa y la aldea son comunidades incompletas y deficientes, por lo que el hombre solo encuentra su verdadera felicidad ahí, en el Estado. Es necesario que la ciudad se componga de hombres libres que realicen diferentes funciones para conseguir el bien común, es decir, pata que puedan vivir dignamente. A esto se suma que Aristóteles distinga entre dos clases de gobierno: unas puras; en las que el gobernante defiende el bien común, entre las que destaca la monarquía, la aristocracia y la democracia. Sería por ejemplo, una persona que dona dinero a personas que lo necesitan, es decir, una persona solidaria que no quiero solo su propio beneficio, sino el del resto del mundo. Y, las impuras; en las que el único objetivo del gobernante su propio bienestar, en ellas destaca la tiranía, la oligarquía y la demagogia. En este caso, podríamos señalar a una persona egoísta que solo piensa en sí mismo y en su propia felicidad sin tener en cuenta a los demás.

El filósofo dice que el hombre para lograr sus fines y su desarrollo no puede vivir aislado, ya que el aislamiento solo es propio de los dioses que no necesitan a los demás. Es por esto que él llegue a la conclusión de que el hombre es por naturaleza social, es decir, un animal cívico. Además, la misma naturaleza nos ha otorgado los rasgos necesarios para vivir en sociedad y, en concreto, el don de la palabra, es decir, el hecho de que poseamos la palabra nos permite comunicarnos con los demás, y de tratar sobre lo justo y lo injusto, lo bueno y lo malo, esto es, valores fundamentales para el buen funcionamiento de la ciudad.

Yo, en relación con Aristóteles también creo que la felicidad se consigue en sociedad, es decir, conviviendo unos con otros. Pienso que la felicidad se basa en que cada uno de nosotros recibamos lo que realmente nos es placentero y por lo tanto, que nos haga felices. Por ejemplo, para mi la felicidad consiste en querer y ser querida por mi familia, en tener amigos en los que poder confiar y sobre todo, salud para los que están a mi alrededor. Bajo mi punto de vista, el hombre si viviera solo no viviría feliz, es más no conocería la felicidad.


Elena H.

"LA ANTROPOLOGÍA PLATÓNICA."


En primer lugar, Platón al igual que en la ontología, en la antropología defendió un dualismo, es decir, para él, el hombre está compuesto de cuerpo (lo negativo) y alma (lo positivo).
Piensa que el alma ha existido siempre y su lugar de origen era el mundo de las ideas, donde vivía. Pero el alma, cometió un pecado, por el que se convirtió el cuerpo en castigo y cárcel para el alma y, además, fue condenada al mundo sensible. Al alma se le da la posibilidad de volver a su lugar propio (el mundo de las ideas) si se purifica de aquel pecado que cometió y por el que fue castigada a la materia (el mundo sensible). De esta manera, Platón habla de la reencarnación, en la que después de ella el alma es juzgada si no ha conseguido purificarse y por lo tanto, tiene que seguir y seguir reencarnándose hasta que por fin lo logre.
Además de que la unión entre alma y cuerpo sea pasajera, transitoria y totalmente accidental, es violenta, ya que el alma no desea estar en el mundo material (es inmaterial), si no en su mundo, en el mundo de las ideas (es supraterrenal). Por ello, el filósofo dice que el alma a parte de ser supraterrenal e inmaterial, es inmortal, puesto que nunca muere. La inmortalidad del alma es explicada por el filósofo a través de la teoría de la reminiscencia, en la que para él, conocer es recordar lo que el alma había conocido en el mundo de las ideas, pero que olvidó al reencarnarse en el cuerpo, por lo que si el alma ha existido antes que el cuerpo, esto explicaría que sobrevivan después de la muerte. Esto lo podemos observar en "El alma, siendo inmortal, no hay nada que no haya aprendido; de modo que no hay de qué asombrarse si es posible que recuerde" y en "el buscar y el aprender no son otra cosa que una reminiscencia”. Además, el alma es simple, es decir, es imposible que se descomponga. Platón añade que si el alma no fuera inmortal, el comportamiento ético de las personas quedaría sin recibir premio o castigo y como esto no es posible, las personas deben recibir su merecido después de la muerte del cuerpo.

“El alma, pues, siendo inmortal y habiendo nacido muchas veces, y visto efectivamente todas las cosas, tanto las de aquí como las del Hades, no hay nada que no haya aprendido; de modo que no hay de qué asombrarse si es posible que recuerde, no sólo la virtud, sino el resto de las cosas que, por cierto, antes también conocía. Estando, pues, la naturaleza toda emparen­tada consigo misma, y habiendo el alma aprendido todo, nada impide que quien recuerde una sola cosa eso que los hombres llaman aprender, encuentre él mismo todas las demás, si es valeroso e infatigable en la búsqueda. Pues, en efecto, el buscar y el aprender no son otra cosa, en suma, que una reminiscencia”.
 
Platón, Menón, 81 d.; en Diálogos, tomo II.

Elena H.