Platón, filósofo griego dividió la realidad en dos mundos, es decir,
llamó "mundo" al cómo creía él que se podía dividir la
realidad. Se dividía en el mundo sensible, que conocemos a través
de nuestros sentidos y el mundo de las ideas, que conocemos a
través de la razón. Este último mundo es para él el único verdadero, por el que
somos capaces de conocer la verdad, ya que los sentidos nos engañan. Además,
Platón admite la existencia de un ser intermedio entre el mundo de las ideas y el
sensible cuya función es coger la materia, es decir, lo negativo y copiarla en
el mundo sensible a imitación del de las ideas con el objetivo
de construir el universo. A esta especie de ser ordenador la
llama Demiurgo.
Pongamos un ejemplo acerca de este pensamiento
un poco subjetivo quizás:
Imaginemos que lo que cualquier persona quiere
en el mundo ya sea cristiana o no es ir al cielo una vez muerto. Y, por el
contrario, lo que nadie quiere es ir al infierno.Por un lado, podemos observar
claramente que el cielo, en este caso sería el mundo de las ideas,
ya que en él podremos vivir bien, podremos conocer la felicidad y vivir sin
preocupación alguna. En este mundo no existiría el mal, todos se amarían como
hermanos, reinaría la paz...,es decir, sería como esa playa soleada con agua
cristalina y arena fina en el que más de un alumno querríamos estar en época de
exámenes globales, en resumen un paraíso maravilloso al que llegaremos una vez
terminada la selectividad. Por otro lado, en el infierno la
felicidad no existiría y viviremos incómodos rodeados de malas vibraciones, es
decir, el mundo sensible sería un lugar en el que nadie desearía estar;
retomando el ejemplo anterior, sería el momento en el los alumnos tenemos esos
maravillosos exámenes.
Por último,
siguiendo con el ejemplo, en un examen un alumno que copia al más inteligente
de la clase estaría imitando la verdadera realidad, es decir, las respuestas
correctas de su compañero para conseguir a su costa un aprobado. El alumno
que copia sería finalmente el Demiurgo.
Elena H.